ZORAIDA RODRIGUEZ MI ETERNA “PAQUITA”

  1. ¿Aló, Ángel, eres tú? Niño, por fin que cosa tan grande, que difícil comunicarse contigo por aquí, ¿será que tú no tienes bien instalado el Messeguer…? Yo estoy bien, aquí fajada a brazo partido con la vida, es un decir, muchacho no me hagas caso. Estoy sentada en mi balcón, un sitio de mi apartamento que adoro, y eso que todavía no le he puesto las cortinas que tengo pensado ponerle,  en este balcón es dónde organizo mis pensamientos y me digo a mi misma “ven acá Zoraida Rodríguez, ¡tú estás loca o qué te pasa a ti? Eso es cuando estoy indecisa en algo que, como es natural, a todos los seres humanos nos pasa. No creo que nadie viva absolutamente seguro de nada, porque la vida siempre te tiene  celadas o cosas buenas reservadas. Por eso digo que la vida tiene poderes innombrables. Pues bien aquí me siento: pongo mi música de ópera que me priva –y  tengo de todos para que lo sepas, maravillas –  y me relajo.  No me gusta estar tensa. Me hago un tecito divina y ya. Adoro la ópera como tú. Tengo todos los discos de la Callas. ¿Yo te conté que cuando viví en Buenos  Aires, en el teatro Colón vi a la Caballe cantando? Eso fue increíble, qué voz, qué técnica, aquellos pianísimos suyos. Lo más grande. Yo tenía una academia allá, que tiempos esos, trabajaba de ocho de la mañana a ocho de la noche, imagínate caía en la cama desecha. Trabajé como un galeote enseñando todo lo que aprendí de mis maestros. Algunas veces siento nostalgia de Buenos Aires, fíjate que yo soy cubana rellolla, ciento por ciento, pero me gustaría volver a Buenos Aires. Un día de estos lo haré. Preparo la maleta y adiós Lola. En Cuba deje una parte de mi vida, la mejor diría yo. Ese Camagüey y su ballet fue algo esencial en mi existencia. ¿Tú conoces a Luky verdad? ¿No lo has visto? Yo creo que sigue todavía en el ballet, es el jefe de escena,  a mí me encantaba era mi gran amigo y porque cuando tenía que bailar pas de clasique yo tengo desgarrado un gemelo y con  aquella endiablada diagonal de fondú  terminaba con el alma, sabes que la música empieza a ponerse lenta cuando ya estás que no das más y Luky al terminar me daba masajes para quitarme el dolor y hacer la coda. Y el día que lo estrené que tenía mi costilla fracturada Fernando Alonso mi querido maestro me dijo “no lo hagas Zoraida ¿tú estás loca? El ortopédico dice que tiene esta costilla partida que eso está en candela es un riesgo muy grande” Y me le conteste, “ay profe pero ¿usted se cree que después de tres meses ensayándolo yo no voy a estrenarlo? De eso nada, yo lo hago aunque se la última cosa que haga en la vida”. Me llevó al hospital me inyectaron en la vena avafortán para el dolor y asi mismo estrené. ¿Cómo iba a perder esa oportunidad? Ni loca. Y recuerdo que él me dijo yo estaré cerca por si pasa algo, y se colocó en un extremo, más nervioso que yo mirándome yo lo veía a través de la bruma de miopía crónica recuerdo que me hacía gestos como “dale sigue, falta poco” y lo hice. Esas eran las cosas que hacen inolvidable a Fernando. ¿Y sabes una cosa? Desde ese día el cambio conmigo, me tuvo más confianza, me decía Zory me hace falta que hagas esto y yo me decía “¿podre? Pero cuando le miraba los ojos sabía que estaba confiando en mí y que no podía defraudarlo y lo hacía. Cuando el patrocinó aquella fábrica de zapatillas en Camagüey nos moríamos de risa porque yo me montaba en aquellas puntas y caía para atrás, no podía, no las soportaba. Entraron unas chinas, malísimas, por cierto. Luego conseguí chacot y con esas seguí. Ahí debajo de esa urna que te mande en una foto están mis últimas zapatillas, no porque yo las guardé, yo era medio despistada para esas cosas, pero una ti mía si, y ella me dijo “tengo tus últimas zapatillas con que bailaste” y me las mandó. No se cómo fueron a dar a sus manos pero fue así.  A mi hermano se le ocurrió meterlas en esa urna y ahí están.  A veces las miro y se me cristaliza el alma por la nostalgia de aquellos años…uno es su pasado, eso te acompaña. Es como una vocecita tierna que te reafirma que has vivido, que hiciste cosas buenas o malas. Triste de aquel que olvida el pasado. Y yo no soy fatalista ni triste, ni siquiera melancólica, yo le doy el pecho a todo y con fuerza. El miedo no existe para mí. Tú que me bautizaste con eso de “la reina de los piques en Paquita”, tienes cada cosas en esa cabeza. ¿Todavía vives solo? Yo igual. La soledad es un privilegio, jamás le he tenido miedo, ay qué va, si no resisto que yo deje una cosa aquí puesta y cuando vire la espalda me la encuentre en otra parte porque alguien la cambio de lugar. Y no es una payasearía mía es que soy así. No siempre pero a veces me quedo sentada mirando hacia el interior de mi misma, cuántos recuerdos, cuántos años bailé, hice de todo, figúrate yo baile El Corsario en Camagüey no con el clásico tutú que toda bailarina usa, no, yo lo hice con un ruso…. ay no me acuerdo el nombre qué cosa tan grande la memoria es del carajo,… bueno pues era como con un pantalón parecido al del muchacho pero con unas ligas que lo ajustaban al cuerpo. Aquello fue un escándalo. Y me acuerdo tanto de “Juegos Profanos” que luego se llamó “Cantata” que grandioso ese ballet, que creación de Iván Tenorio que fue tan mal interpretada por mucha gente, yo estaba los cuarenta y cinco minutos que duraba en escena, pero cómo lo disfrutada, el maquillaje aquel, la escenografía, era como adentrarse en un mundo esotérico…si definitivamente eso fue lindo. ¿Sabes que Vania me recordó el otro día que bailé Paquita en el Kírov? Yo sé que estuvimos allí en una gira, pero ella se acordaba yo no. ¿No te digo yo que la memoria es una tramposa? El otro día me encontré con una señora en un mercado me saludó, me hablo de mi familia estuvo horas contándome su “vida y milagros” y ¿tú puedes creer que yo no sé quién era? Y ni loca de decirle “señora y ¿quien es usted? Vine para acá  desconcertada, pensando ¿quién era esa mujer dios mío?  Pues todavia no lo sé. Estuve tres cuartos de hora hablando con una extraña. No te rías, chico no es que este vieja es que son muchas cosas en la cabeza. ¿O me iras a decir que tú te acuerdas de todo? Ay, antes que se me olvide  ahí te tengo una enciclopedia de la danza, voy a ver cómo y con quién te la mando, viene todo, a veces la leo, solo a veces, no siempre,  porque me da nostalgia. Niño no sigas con la pejigera de que si estoy triste, yo no soy una mujer triste que va, de eso nada. Bueno he tenido mis bajas cuando mi mamá murió, por ejemplo, me puse muy delgada y tú sabes que yo era un palo de escoba, bueno más todavía, imagínate, perder mi madre fue duro. Aidita me apoyó mucho, ella está pasando ahora malos momentos con sus padres, pero ahí firme, Aidita es más positiva que yo aunque no lo creas, ella a todo le encuentra solución y a veces nos ponemos de acuerdo nos encontramos nos tomamos una buena botella de vino y hablamos un poco de boberías de aquellos tiempos. Los recuerdos son como mordiscos en el alma porque uno los idealiza y además porque lo peor de regodearse en ellos es la certeza de que esos tiempos ya no volverán. La gente de creé que los artistas aun después de retirados vivimos una vida aureolada por el oropel y la fastuosidad de la fama. Mentira, eso es mentira. El artista sufre mucho más porque está hecho se una esencia que yo todavía no alcanzo a comprender no es que seamos más que los otros,  ni tampoco menos  es que somos diferentes. Ahí tiene a Aidita toda una estrella que fue y si le ves con sus ojos lindos y llena de vitalidad y de deseos de seguir haciendo cosas. Todo el mundo no tiene ese coraje. Esa si tiene tremendo coraje. Chico ven acá y dime ¿cómo está el teatro Principal, le han hecho arreglos? ¿Va mucha gente? Ay, Camagüey y aquella casona del Ballet «Villa Feliz» tú tienes razón tenía un encanto particular. No sé si alguna vez volveré pero me gustaría. Aunque sea para sentir el olor a humedad, para volver a caminar aquellos adoquines… o encontrarme con aquella que fui en aquella ciudad encantada. ¿Tú crees realmente que  se quedó el recuerdo de todos los que pasamos por esa compañía? Yo a veces cierro los ojos, mas cansada por los recuerdos que por el ajetreo del día, y siento los acordes alegres de esa música de Minkus, oigo el chasquido peculiar de las zapatillas de punta sobre el escenario, siento estoy metida dentro del tutú, maquillada, con el cuerpo ardiendo, nerviosa…que ya Luky va a decir “arriba viene”, que va a abrirse el telón y que me están esperando, que mi público está ahí esperando para que les regale una nueva Paquita.

Ángel Alberto Padrón Hernández.

Damas 314 Camagüey Cuba 5.30 am

damas314.wordpress.com

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